La piscina


Fragmento
“Aquel espacio mágico probó ser falso, engañoso y hasta cruel, porque llovieron botellas al terreno de juego y la violencia se espesó en el aire cenizo. Los peloteros de Caguas rodearon al árbitro y los fanáticos comenzaron a saltar al campo de juego, perseguidos por los policías estatales, que blandían sus macanas de madera. Al principio me resultó divertido, hasta Saúl parecía jubiloso ante aquel miasma que recorría el estadio en forma de rechiflas y gritos, pitazos y abucheos, gente que pateaba frenéticamente las butacas. Entonces decidimos largarnos de allí, abandonar aquel motín, ahora tumultuosa secuencia de empujones entre peloteros y señores vestidos a guayabera y trajes de dril, camisas Truman y chamarras para el tímido invierno antillano. Recuerdo el celaje blanco del Negro Doroteo, su paso turbado y los ojos bolos aunque no cesara de vociferar, antes tan presumido ahora tan descompuesto, los zapatos a dos tonos entonces vistos sin cabetes, cual detalle insólito, mísero… Llegaron a ver cómo Ramón Delfín y Turín Lamas llamaban a algunos de los peloteros involucrados en el sal pa’fuera, el fostró, la pelea a puño limpio y la reyerta sucedánea. Gritaban con urgencia de pacificadores contradictorios mientas él, Don Paco y Saúl, trataban de huir.”


Sinopsis
La piscina es una novela sobre el lugar peligroso, el punto ciego sobre nosotros mismos, ese desconocimiento que vivimos y que los espejos de todo tipo —amigos y amantes, escritos y recuerdos— jamás resolvieron del todo. También es un libro sobre el resentimiento, es decir, sobre las heridas que nunca sanaron, que apenas cicatrizaron, casi todas adquiridas en la infancia, justo en ese lugar peligroso que es la familia, el sitio, como señaló el poeta inglés Philip Larkin, de las primeras heridas y humillaciones. El resentimiento es el coraje, la llama viva que pensamos apagada, el encono que no cesa, ese volver a sentir lo que, extrañamente, jamás logramos olvidar. El desconocimiento sobre nosotros mismos tiene un símbolo central en esta novela; el resentimiento es el conflicto que mueve el desarrollo, la acción. Ambas condiciones nos obligan a la perplejidad, a la extrañeza, tono y atmósfera insistentes en esta novela.

Finalmente, La piscina es un libro sobre edad y época, sobre ese cruce del arco autobiográfico con la época que nos ha tocado vivir, la confluencia de lo más íntimo con lo político y lo social. Porque también es un libro sobre los años cincuenta en Puerto Rico, época de transformaciones y mudanzas, parecidas a las que vivió México en la misma época, la emigración al Norte como uno de los polos de la acción dramática de esta novela, la mudanza a la ciudad como seña de un “progreso” que pronto probaría el desencanto. La edad, por otra parte, sería lo más íntimo, algo que ocurrió, o se quebró, entre 1953 y 1958. En esos precisos años está el dato escondido de esta novela que recurre, una y otra vez, a la elipsis, es esa pieza del rompecabezas, o de la autosemblanza, que falta, y nos deja inquietos, perturbados.

ERJ


Ediciones:
Buenos Aires: Corregidor, 2012.

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