El espíritu de la luz


Fragmento
“Entonces fue que vivió aquella intransitable y larga noche del regreso. Guía toda la noche desde París, después de escuchar el Concierto para violín de Berg dirigido por un joven Pierre Boulez. Las anfetaminas lo han mantenido despierto y tiene esa particular ansiedad por volver a pintar en aquel gran lienzo del contrabajo con el piano, los instrumentos solitarios puestos sobre el fondo rojo… Cuando llega al malecón, y cercano al embarcadero, lo ve. Era, justo, el mismo rostro de Paquito en un hombre de algunos cincuenta y tantos años. Viste abrigo de gabardina, sombrero de fieltro gris y parece deslumbrado por los focos del Porsche.”

Sinopsis
En esta novela, que inicialmente fue concebida como una imposible narración sobre la luz caribeña en la pintura de Francisco Oller, Armando Reverón, y en la arquitectura de Joseph Lea Gleave, se fueron colando personajes que enriquecieron su trama, como el estudiante de medicina Alfredo Aguiar y el pintor ruso-francés Nicolás De Stäel.

Terminó siendo una prolongada jornada del siglo XIX al XX, con puertos de llegada en París, Caracas, la Güaira, Ciudad Trujillo, San Juan, Madrid y Barcelona. Quien finalmente se convirtió en personaje principal, Alfredo Aguiar, ya se internaba en las rutas de Matusalén cuando murió accidental y grotescamente en Las Terrenas de Santo Domingo.

Fue concebida hace años y pensaba en sus detalles técnico —a cada personaje su foco narrativo—, aunque, a la postre, me sorprendió con un final enigmático que aún me causa perplejidad: ahí me coloqué en la región de lo fantasmal, de lo uncanny, de lo extraño y perturbador.

Resulta curiosa esa densidad barroca de la primera parte de la novela, tan evocativa de mi escritura juvenil. La novela se va despojando de tanta textura hasta alcanzar la levedad de una anécdota casi desnuda, la final, esa que comienza en Santo Domingo y no cesa en la oración abierta y evanescente del final.

Pienso que El espíritu de la luz tiene un insólito desplazamiento temático: la luz caribeña da paso a esa oscuridad que alcanza todos los rincones de la tierra, la maldad apenas contenida en el vidrioso corazón humano.

El espíritu de la luz camina los senderos de mi cercano silencio.

ERJ


Ediciones:
Río Piedras: La Editorial, Universidad de Puerto Rico, 2010.

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