El entierro de Cortijo


Fragmento
Las mujeres de la familia Cortijo le ruegan No, Maelo, no. Ello quiere decir: No, Maelo, no, no te abandones a ese dolor, así no puede ser, tienes que controlarte, muchacho... Pero Maelo insiste, y ahora sube la mirada al crucifijo del ataúd y reza una oración ininteligible... Eso que dice... ¿Qué le dirá? Estoy frente por frente a Maelo, lo estoy mirando en esta cercanía que casi me vuelve invisible, pero no entiendo nada de lo que dice; es como una jerigonza privada a una sola voz entre los dos capitanes del mandinga soneo mayor, quizás alguna consigna en cangá del Siglo XVIII, o un lenguaje íntimo y personal cuya clave sólo ellos conocían. Ahora se ha quedado solo el gran Maelo, con la mitad silenciosa de esos entendidos durmiendo la más larga espera. Está impaciente el Maelo, vuelve a tocarlo, también tantea el ataúd; es como si no creyera del todo lo que ve.”

Sinopsis
Mi segunda crónica trata sobre el entierro del gran plenero Rafael Cortijo, quien creó un sonido nuevo para esa forma tradicional de la música folklórica puertorriqueña, la llamada plena. Fue el creador de “Cortijo y su combo”, agrupación que fascinó a bailadores en toda la cuenca caribeña, desde Cuba hasta Martinica.

Recreó la instrumentación del conjunto cubano, añadiéndole saxofones, y fue la primera gran estrella musical de la recién inaugurada televisión puertorriqueña. Cortijo ocupó toda aquella época musical entre los años cincuenta y sesenta.

Particularmente intensa en la narración de escenas y emociones del entierro, debemos destacar en esta crónica el encuentro del gran sonero, Ismael Rivera, con su pana, su “amigo del alma”, tan yaciente en el ataúd, más allá de toda recuperación posible, la imagen misma del desconsuelo.

Fue mi segunda crónica mortuoria, un poco concebida al modo de díptico con la narración del entierro de Muñoz Marín: se trata del entierro del patriarca que concibió nuestra actual sociedad y el luto por el músico que mejor evidenció las transiciones conflictivas entre el viejo y el nuevo Puerto Rico.

El libro retrata un sector de la sociedad nunca antes visto y narrado en la literatura puertorriqueña, la subcultura de la marginalidad moderna y la droga, el ambiente del caserío que pretendió redimir al arrabal y también el paso de la comitiva fúnebre por el vecindario tradicional antillano, es decir, el barrio, donde mejor se toca el rumbón de esquina y se sonea la música de plena, donde el llamado punto es incitación de desvarío de la droga y la violencia callejera.

Libro favorito del escritor cubano Jesús Díaz, ha sido traducido al francés y al inglés.

ERJ


Ediciones:
Río Piedras: Ediciones Huracán, 1983.

Traducciones:
L’enterrement de Cortijo: chronique portoricaine. Trad. Claude Fell. Paris: Éditions L’Harmattan, 1991.

Cortijo’s Wake / El entierro de Cortijo. Edición bilingüe. Trad. Juan Flores. Durham, NC: Duke University Press, 2004.


©® Todos los Derechos Reservados. Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo, 2019.